Miguel Ángel
Se me ha muerto Miguel Ángel, a quien
tanto quería, compañero del alma, tan temprano.
Sigo al poeta cuando digo que tanto
dolor se agrupa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento. Un
manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón
brutal te ha derribado, y por eso lloro mi desventura y siento más tu muerte
que mi vida.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. No perdono
a la muerte, que podía haberse esperado. Me rebelo contra esa muerte injusta y
siento ira y rabia, porque no me falta alma y me sobra furia. Te detesto,
muerte estúpida, insensata y brutal. ¿Es que no sabes elegir?
No me queda más que vacío del alma y
dolor y amargura por tu marcha, Miguel Ángel, y te requiero para que me guardes
un sitio donde estés, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del
alma, compañero.
Sé que nos encontraremos cuando vuelvan
a brotar las flores. Mientras tanto nunca morirás en mí.
Juan
Manuel