Es posible que nunca el capitalismo se haya sentido
tan amenazado e inseguro, que la crisis financiera, la corrupción y las
tropelías urdidas para desarticular el Estado del Bienestar lo hayan desnudado.
Sin embargo, los enfrentamientos para
impedir los recortes salariales, los despidos masivos, las reconversiones
industriales, las privatizaciones, la flexibilidad laboral, la desregulación y
los empleos basura han acabado en derrota. No cabe duda de que la política ha
ido perdiendo centralidad y se está convirtiendo en un apéndice del mercado.
La crisis ha mostrado las esencias
neoliberales, profundizando las desigualdades sociales y consolidando una
oligarquía que cada vez concentra en menos manos el poder político y económico,
que ve a la democracia como un obstáculo.
Ahora bien, no toda la culpa es de los
jefes, de los ricos, de los bancos, de los políticos y de quienes les votan. La
desmovilización ciudadana ahí está, creando conformismo y aumentando el
descrédito de la democracia representativa como orden político. Si no hace
valer su parecer respecto a las imposiciones y no se une a otros para defender
sus puntos de vista, la vida del ciudadano puede convertirse en una permanente
frustración de sus aspiraciones personales.
Luchar por la libertad y la igualdad en
el interior de un sistema opresivo fundado en la explotación desde siempre ha
marcado las luchas sociales. En este sentido, debe lucharse por construir una democracia entendida como
práctica plural de control y ejercicio del poder. En lugar de patentizar por
activa y por pasiva que la política hay que dejarla para quienes viven de ella,
hay que encarnar la idea de que la política es para quienes viven en ella y
convencerse de que cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean.
Hay que enfrentarse a la indiferencia,
ese peso muerto de la historia, bola de plomo, materia inerte, pantano de lodo,
que opera pasivamente, pero opera. Los ciudadanos debemos rescatarnos del
mercado, impulsar la política, romper la indiferencia y obligarnos a tomar
partido. Nosotros y nuestro futuro se juegan ahora, en directo, en abierto.
Juan Manuel Campo
Vidondo
No hay comentarios:
Publicar un comentario