jueves, 7 de enero de 2016

¿Repetimos?

        Todos los días a vueltas con lo mismo: que si nuevas elecciones, que si no. Ya uno se cansa, no se está para estos trotes. A mis años, desde mi pensión recién estrenada, lo que me da por pensar es que si los partidos tienen que pactar, que pacten, si tienen que ceder, que cedan. Como decían los romanos: Do ut des, es decir, doy para que des. Es lo que se ha votado, es lo que ha salido, es que lo que se quiere, guste o no.
        Uno se aburre ya de que los programas partidistas sean lo más parecido a los textos sagrados, que no se pueden tocar sin acusaciones de anatema, de traición, de cobardía. Recuerden los partidos que son eso, partidos, y uno, o sea yo, pues uno, cada uno con nuestra representación mental, que convive, quiera o no, con la de al lado.
        Tomen como ejemplo al cuatripartito navarro: se votó, se sentaron, acordaron unos cuantos centenares de asuntos y, entonces, dijeron que podían gobernar. Y ahí están. Y el mundo no se ha venido abajo, ni han tocado las trompetas de la destrucción apocalíptica.
        Los de a pie nos acomodamos a lo que nos echen por necesidad, por convicción o a la fuerza. Pasamos por los pasos de cebra, limitamos la velocidad, pagamos los impuestos, vemos el fútbol y la televisión, trabajamos si podemos… Darwin decía aquello de que sobrevive quien mejor se adapta, no el más inteligente. Es lo que hacemos los de base porque tenemos el talento que tenemos. Pero no se pasen ustedes, los dirigentes, de listos ni de ortodoxos. No esgriman por aquí no paso. Tampoco yo me llevo bien con la vecina, y ya ven.
        No vale decir que no valen las elecciones. Lo que están soltando es que no les han gustado, que querían más. Mi vecina mencionada masculla lo mismo, y yo mismo, algo parecido. En el bar ni les cuento lo que se deja caer, y ya ven.
        Al parecer, queda mucho resabio dictatorial de ordeno y mando, mucho de pureza doctrinaria a lo inquisidor, mucho de absolutismo ideológico. Sin embargo, no da la impresión de ser mala eso que llaman relatividad. Einstein demostró su validez y se hizo famoso. A ver si ustedes, conductores, van a pasar a la historia no por puros sino por otra cosa que me callo por si acaso.
        ¿Repetimos? En principio, sólo se repite cuando gusta y, aun así, llega a cansar. Si repetimos y no vuelve a gustar, ¿volveremos a repetir? ¿Cuántas veces? ¿Hasta que mande el dueño del balón?
        Si lo comentase en mi cuadrilla, ya me habrían corrido a boinazos, por melón y por canso. Una vez, de encimero, hice notar que debían repetir la partida de mus porque se habían equivocado al contar los tantos. Me pusieron a caer de un burro, peor que un pial. Prefiero no acordarme.
        Señores dirigentes, no lo echen en saco roto. Un voto es un voto. Con el de mi vecina, dos. Si hubieran sumado más no estaríamos en éstas.
        Salud.



                               Juan Manuel Campo Vidondo




No hay comentarios:

Publicar un comentario