domingo, 3 de abril de 2016

A propósito del 1 de abril

        En las guerras civiles se dice que pierden todos. Será verdad, pero también es verdad que unos pierden más que otros, lo que viene a ser algo parecido a que unos ganan y otros pierden, que es lo que suele pasar en las guerras.
        El franquismo al menos tenía bien claro esto último, y ya desde el primer día, desde el 1 de abril de 1939, firmaba los papeles oficiales con Año de la Victoria, luego sustituido por I Año Triunfal, II Año Triunfal, III Año Triunfal…
        En esta crisis que nos toca vivir, también nos machacan con el sonsonete de que todos perdemos, pero los que perdemos sabemos bien que no es así y que a la vista está que unos ganan y otros pierden. Los que ganan también saben que ganan, pero se lo callan porque les trae cuenta.
        Para consolarse, algunos piensan que la muerte iguala, lo que tampoco es verdad del todo, tal y como nos hace ver lo que le soltaba un limpiabotas a un rentista del Madrid de la posguerra mientras les lustraba los zapatos:

-      ¡Ay, don José, lo que le tiene que joder morirse a usted con el dinero que tiene!

        Volviendo a nuestro siglo, el pasado 1 de abril aparecía en ese periódico que la diferencia entre sueldos altos y bajos alcanzaba su máximo en Navarra en lo que va de crisis, consecuencia en buena medida de la precarización continua del mercado de trabajo. Concluía que los salarios más altos se habían incrementado un 7%, mientras que los más bajos habían disminuido un 10%. Además, añadía que el paro de larga duración había aumentado.
        Para que no se quedara huérfana, habida cuenta que las desgracias nunca vienen solas, otra noticia del mismo día nos hacía saber que el déficit público también había crecido. El ministro Montoro le echaba la culpa a las autonomías, a la Seguridad Social, y al gasto en las medicinas para la hepatitis. Afirmaciones que nos recuerdan que las mentiras no dejan de ganar y que, como en las guerras, la primera víctima es la verdad. Ya decía von Klausewitz que la guerra era el arte de hacer la política por otros medios; al revés, aunque no lo escribió, no deja de ser menos cierto.
        Visto lo visto, quizás el parte de guerra de este 1 de abril próximo pasado debería haber rezado:
        En el día de hoy, desnortadas, desmoralizadas y humilladas, las fuerzas de los trabajadores se baten en franca retirada.
        Se espera escasa resistencia el 1 de mayo.





                               Juan Manuel Campo Vidondo





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