lunes, 27 de febrero de 2017

Lo que importa es ganar

        Se diga lo que se diga, en el fútbol, como en tantas cosas, lo que se quiere es ganar y lo demás son ganas o necesidad de aparentar. Lo de que sea deporte, espectáculo, entretenimiento o lo que a cada cual se le ocurra está bien, sirve para despistar, pero lo que importa de verdad es que el equipo propio gane, aunque sea de penalty injusto y con la hora sobrepasada.
        El otro día, por ejemplo, me puse a ver el partido de Osasuna contra otro equipo en uno de los bares de los que soy cliente habitual, parroquiano de porque sí, por afición y gusto. Mientras el partido duró con el empate inicial, la clientela aguantó con esperanza, con el ánimo en que esta vez igual cambiaban las tornas, pero desde que cayó el primer gol a favor de los rivales la parroquia fue desfilando poco a poco, unos hablando, otros despotricando y algunos en silencio, casi al ritmo que marcaban los tantos que sumaban contra Osasuna.
        Al final, quedaron tres o cuatro sufridores que aparentaban no mostrar ocupación ni preocupación aparente, salvo matar el tiempo o retrasar el momento de regresar a casa. Al fin y el cabo, el bar no deja de ser un refugio o un cuarto de estar, dependiendo de la configuración mental de cada uno.
         Por mi parte, me reafirmé en la idea que ya había observado en ocasiones anteriores de que cuando Osasuna gana es de Navarra y cuando pierde es de Pamplona, por lo menos en mi pueblo.
        Algo parecido sucede con los partidos políticos o con las ideas de toda la vida, o sea, que duran hasta que se cambian, quizás por aquello que ya dijo Darwin de que sobreviven no los más inteligentes sino los que mejor se adaptan. Decididamente, lo de perder no entra en el genoma humano, y, si entra, entra mal. ¡Qué se le va a hacer!
        Creo que en el fondo es la misma razón por la que hay tantos aficionados del Madrid o del Barça: más allá de que jueguen mejor es que pierden menos veces. Y es que ganar reconforta, se diga o no se diga.



                      Juan Manuel Campo Vidondo.       

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