viernes, 2 de junio de 2017

De ésta no pasa

Ya sé que suena a repetitivo, reiterativo y hasta canso, pero esta vez va de verdad, de la buena. El médico se ha puesto serio y me ha dicho que los bronquios están cómo están, o sea, nada bien, que yo veré, que, al fin y al cabo, son míos, pero que sirven para respirar, para que entre el aire, y que, si no, puedo tener un disgusto. En resumen, que me ha recomendado encarecidamente que deje de fumar.
        Así que, después de pensarlo detenidamente, he decidido que le voy a hacer caso y me lo he planteado como una estrategia de guerra, de acoso y derribo, de hostigamiento sin cuartel, a mala cara, con todos los recursos que tenga a mano.
        Empezaré anotando la hora del último y espaciando el tiempo progresivamente. Después del primer paquete, compraré otro con menos nicotina y, cuando lo termine, otro con menos todavía, o sea, como fumarse una nube. El objetivo es ir disminuyendo la dosis y la adicción.
        A lo anterior, añadiré paseos continuados en cuanto me entren ganas, dejaré dinero en el cenicero, autorizaré a mi mujer a que me lo recuerde cuando le venga en gana, y, en caso extremo, pediré a los amigos hasta que se cansen y dejen de serlo. También he pensado reconvertirme al cristianismo y encomendarme a Santa Rita y a San Cucufato. No descarto atarme un cordón de liza a la entrepierna para estirar de él en caso de suma aflicción.
        Me comprometo a releer el libro de Schopenhauer que hablaba sobre la voluntad en la naturaleza, que siempre viene bien tomarse las cosas con filosofía. Y también algo, no mucho, de Séneca y su estoicismo. Me han recomendado un poco de filosofía oriental y sesión diaria de yoga, que dicen es mano de santo. De mi cuenta añadiré, mejor dicho, suprimiré el café y el alcohol, que llaman mucho, y en su lugar tomaré alguna infusión de estramonio y hierbabuena que, por lo visto, funciona. De los parches de nicotina, unos me han hablado bien y otros los han puesto a parir, así que ya me lo pensaré sobre la marcha.
        Sea como sea, algo hay que hacer. Los bronquios están para lo que están. Y la voluntad, también.
        Sr. director, haga el favor de publicarla, porque así los que la lean me podrán echar en cara, caso de que vuelva al hábito, que lo había prometido en público y contribuirá a que se me caiga, al menos un poco, la cara de vergüenza.

        P.D. Si no lo consigo ahora, lo volveré a intentar en octubre cuando financien los  medicamentos que han prometido.
        Por éstas.

                                  Juan Manuel Campo Vidondo








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