Ya sé que suena a repetitivo,
reiterativo y hasta canso, pero esta vez va de verdad, de la buena. El médico
se ha puesto serio y me ha dicho que los bronquios están cómo están, o sea,
nada bien, que yo veré, que, al fin y al cabo, son míos, pero que sirven para
respirar, para que entre el aire, y que, si no, puedo tener un disgusto. En
resumen, que me ha recomendado encarecidamente que deje de fumar.
Así que, después de pensarlo
detenidamente, he decidido que le voy a hacer caso y me lo he planteado como
una estrategia de guerra, de acoso y derribo, de hostigamiento sin cuartel, a
mala cara, con todos los recursos que tenga a mano.
Empezaré anotando la hora del último y
espaciando el tiempo progresivamente. Después del primer paquete, compraré otro
con menos nicotina y, cuando lo termine, otro con menos todavía, o sea, como
fumarse una nube. El objetivo es ir disminuyendo la dosis y la adicción.
A lo anterior, añadiré paseos
continuados en cuanto me entren ganas, dejaré dinero en el cenicero, autorizaré
a mi mujer a que me lo recuerde cuando le venga en gana, y, en caso extremo,
pediré a los amigos hasta que se cansen y dejen de serlo. También he pensado
reconvertirme al cristianismo y encomendarme a Santa Rita y a San Cucufato. No
descarto atarme un cordón de liza a la entrepierna para estirar de él en caso
de suma aflicción.
Me comprometo a releer el libro de
Schopenhauer que hablaba sobre la voluntad en la naturaleza, que siempre viene
bien tomarse las cosas con filosofía. Y también algo, no mucho, de Séneca y su
estoicismo. Me han recomendado un poco de filosofía oriental y sesión diaria de
yoga, que dicen es mano de santo. De mi cuenta añadiré, mejor dicho, suprimiré
el café y el alcohol, que llaman mucho, y en su lugar tomaré alguna infusión de
estramonio y hierbabuena que, por lo visto, funciona. De los parches de
nicotina, unos me han hablado bien y otros los han puesto a parir, así que ya
me lo pensaré sobre la marcha.
Sea como sea, algo hay que hacer. Los
bronquios están para lo que están. Y la voluntad, también.
Sr. director, haga el favor de
publicarla, porque así los que la lean me podrán echar en cara, caso de que
vuelva al hábito, que lo había prometido en público y contribuirá a que se me
caiga, al menos un poco, la cara de vergüenza.
P.D. Si no lo consigo ahora, lo volveré
a intentar en octubre cuando financien los
medicamentos que han prometido.
Por éstas.
Juan Manuel Campo
Vidondo
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