sábado, 22 de noviembre de 2014

¿Y el juez Elpidio?

        Los de a pie no entendemos muchos aspectos de esta vida por mucho que nos los expliquen, por lo menos yo.
        Leía el periódico del día cuando me vino a la cabeza, de sopetón y sin avisar, la cara del juez Elpidio con sus gafas de Mortadelo, el que intentaba juzgar a Blesa (el de las preferentes, el de las tarjetas de colores, el de…) y sus colegas lo inhabilitaron a no ejercer durante una porrada de años. Sentenciaron que había prevaricado, o sea, que había tomado una resolución a sabiendas de su injusticia, porque se adelantó y metió a D. Miguel en la cárcel, por prevención, por si acaso. Es lo que hubiéramos hecho los de a pie, pero, a lo que se ve, no estaba bien.
        Más de uno que toma café en el mismo bar que yo me preguntó si no sería porque molestaba, porque se metía donde no debía, porque no guardaba las formas tradicionales entre los miembros de la judicatura. Como no lo sabía, les contesté que no estaba seguro, pero que igual.
        Alguno me llegó a comentar que le habían contado de buena fuente que estaba de atar, que no tenía más que acordarme cuando aquel magistrado le insistía en que no podía hablar y él se empeñaba en que sí, y hablaba para demostrarlo, y que lo que pasaba era que no le dejaba porque el otro era el juez y él el acusado. Por lo que parece, esas alteraciones psíquicas no son tan anormales entre los jueces, que, al fin y al cabo, se pegan toda una vida decidiendo sobre la vida de los otros, y eso debe ser muy duro, desgasta lo suyo.
        Puede que sea así y que las leyes sean justas, pero lo cierto es que el de la Caja aún está libre a mitades de noviembre y el juez no tiene carrera a la que dedicarse. Puede que, al final, el de las tarjetas  dé con sus huesos en prisión. O no. Sin embargo, mi cabeza de a pie sigue sin entender qué ha pasado en todo ese asunto, es decir, en qué falló Elpidio. ¿Investigó más de la cuenta? ¿Hubo quién cogió miedo y tiró de amigos? ¿Se pasó de competencias? ¿Quiso iniciar una carrera cinematográfica? ¿Se la tenían jurada y aprovecharon?...
        Pocos se acuerdan de Elpidio, de su mirada inteligente e inquisidora. Ha perdido. Está solo. Nadie le ha ayudado. ¿Dónde para? ¿No será que los de a pie llano y los de tacón alto nos alegramos cuando se  patea o putea a un juez?



                             Juan Manuel Campo Vidondo







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