Intento meterme en la piel de un joven entre 18 y 30 años,
por limitar el tiempo, que vive en el
solar ibérico y quiere independizarse. Le ha entrado cierto malestar moral por
exprimir a sus padres y empieza a tener sentimientos de culpa disimulada, no
muchos pero algunos sí.
Cuenta con
un salario de unos 700 euros o poco más, que ya quisieran todos, con el que ha
de cubrir las necesidades básicas de alimentación, vestido y vivienda, que,
como es sabido, requieren atención diaria y no admiten pagos permanentes en
diferido.
Pongan
ustedes la cantidad que consideren digna, como si se tratara de su propio hijo,
y encabecen con ella el concepto de Gastos. No olviden que en el
capítulo de vivienda entra el
alquiler, la luz, el agua, la calefacción, la basura, el fairy… La consideración de una posible hipoteca abandónenla por
fantasiosa, fuera de la realidad.
No me parece
de más suponer que alimentará algún que otro vicio menor, como el tabaco, las
cervezas y ocasionales combinados. Los vicios mayores e inconfesables no vienen
al caso por definición, o sea, porque no. Sigan anotando.
Si ocupa su
ocio con cine, libros, o lo que prefiera dentro de la idea de necesidades
culturales, aunque sea de ciento a viento, habrá que consignarlo, lo mismo que
los discos, porque no va a ser todo pasarse por la biblioteca o pasear por las
sendas comunales. No dejan de ser otra forma de alimento. Poco o mucho, anoten.
Si nos
paramos a pensar que no vive aislado y que los amigos, la familia y, quizás, la
novia, cumplen años, habrá que hacerles ver su cariño en forma de regalo. Este concepto, como no se da
más que una vez al año por cabeza, no va
muy allá, pero es obligado sumarlo.
Tengamos en
cuenta que los mayores viajábamos poco, casi nada, pero estas generaciones
tienen la necesidad creada. Es cierto que pueden satisfacerla con coche propio,
normalmente regalo o dejación familiar, pero esto conlleva una hilera enorme de
gastos secundarios, por lo que es mejor decantarse por el transporte público o
el utilitario de algún amigo, al que, por lo menos, habrá que pagar
combustible. Así pues, sigamos añadiendo.
Sabiendo que
me engaño, no he tomado como prioritario el menester de honrar las fiestas de
los pueblos cercanos y otros más importantes, donde se encuentran colegas de
estudios con los que recuerdan batallas de todo tipo y pelaje. Agreguen, no se
cansen, agreguen.
Parece
necesario el día de la graduación o licenciatura, si llega el caso, apechugar
con gastos como: peluquería, esteticien, fotógrafo, complementos, para tener un
físico determinado y definido por los cánones de hoy en día; entonces… ¿quién
paga el gimnasio, la piscina o la dietista?
Aún faltan
muchos conceptos, pero acabamos con lo que hasta hace poco cualquier trabajador
tenía por imprescindible: las vacaciones. Pero todo no puede ser, de modo que,
de momento, ya basta.
¿Cuánto les
ha salido? Yo no lo digo, porque me da mucha risa.
Juan Manuel Campo Vidondo
Con la
colaboración de Marina Campo
2-septiembre-14
No hay comentarios:
Publicar un comentario