lunes, 25 de agosto de 2014

¡Alirón, alirón! ¡El PP es el campeón!

Desconozco quién fue el que dijo aquello de que no había nada nuevo bajo el Sol, pero se equivocó. Y tampoco acertó aquel académico que dimitió porque todo estaba ya inventado.
No me cabe duda de que eran poco viajados, porque, de haber caído por estos pagos, se hubieran asombrado, y no poco, del Gobierno de esta tierra de iberos y otras tribus, que pretende reformar la ley electoral al uso a un paso de las municipales. Puede resumirse en que con el 40% de los votos y un 5% de ventaja sobre la segunda, quien encabece tal lista será proclamado alcalde, facilitándole de paso los concejales que le hagan falta, si es que le hacen falta.
Yo, y unos cuantos más, nos preguntamos de dónde la han sacado, quién ha sido el ingeniero jefe, en qué libros han rebuscado, qué se pretende, a quiénes beneficia, a quiénes perjudica, si con el cambio los ciudadanos ganan o pierden, si es más, menos o igual de democrática que la actual…
Sin necesidad de preguntarle a Karina, parece ser que todo apunta a que las encuestas pronostican que el PP perdería las alcaldías de las joyas de la corona, y, claro, no quieren, porque lo que quieren es seguir mandando. Y ya está. Lo demás sería ingeniería política para que cuadren las cuentas. Otros, más revoltosos, lo llaman tergiversación de la democracia y engaño público. No obstante, hay que reconocer que la mayoría es la mayoría y tiene su encanto, su erótica, su irresistible atracción. Vamos, que cuesta perder.
Hay quienes no tienen pelos en la lengua y lanzan al viento que parece carnaval todo el año, que ya les vale, que se quiten la máscara que estamos en agosto. Afirman que el carnaval anda cabeza abajo porque ahora los que mandan llevan la careta todo el año y los gobernados ya no se burlan de ellos como antes, que era lo propio aunque fuera poco rato, que en los tiempos que corren los que se ríen y se lo pasan bien son los de siempre. O sea, todo patas arriba.
Otros afinan aún más y les da por decir que la democracia les viene grande, que no es lo suyo, que no creen en ella, que sólo la usan en su beneficio. En resumen, que consideran que el poder y el mando les pertenecen por derecho y aún no se explican cómo han vivido algunos años sin detentarlo. Creen que nombrando e invocando la democracia para todo ya es suficiente, si bien esos críticos opinan que, de tanto lavarla, la están dejando sin brillo, sin colores, gris.
Algún que otro osado propone que se atrevan con las listas abiertas, votando a las personas, y dejen de lado las cerradas, que son para los partidos como un cajón de sastre en el que hay de todo y con las que los ciudadanos votan a quien quieren y a quien no quieren, por el mismo precio y en el mismo saco. Como mal menor, concluyen, que se vaya a una segunda vuelta entre las dos más votadas.
Pese a todo lo dicho, no da la impresión de que estas críticas vayan a prosperar. Al fin y al cabo, no pocos de los reformadores han estudiado en los manuales de Cánovas y aplican lo de Vosotros haced la ley y a mí dejadme el reglamento.
En pocas palabras: el que gana, a gobernar; el que pierde, a opositar. Nada de medias tintas. O negro o blanco, o conmigo o contra mí. Presentan un país de disyuntivas claras, exento de mezclas. Vuelve a resonar la pureza de sangre, de cristiano viejo, acompañadas de la mano por el desprecio al converso.
Así pues, que gobierne la mayoría, silenciosa o habladora, los políticamente correctos. ¿A quién le gusta lo incorrecto? Se puede ser predemócrata, protodemócrata, fobodemócrata o antidemócrata, pero con corrección, sin sacar los pies del tiesto. Las minorías vienen bien como conversación de salón, para airearlas en los discursos y dar el pego, hacer chistes fáciles con los amigos, y hasta para no respetarlas. Que se dediquen a pilotar aviones, investigar el cáncer o lo que les guste, pero la política es otra cosa.
Visto lo visto, salvo perspectivas imprevistas, vamos a aprendernos el himno que nos tocan:
Alaví, alavá,
De pactos na de na.
Alirón, alirón,
El alcalde, a votación.
El PP es el campeón,
Matarile, lire, ron.
¡Cruz!

1 comentario:

  1. Lo de los reglamentos es frase de Romanones, magnífico ejemplo del político "corcho", o sea, que ocurra lo que ocurra, él siempre flota. El cómo se las arreglaba para ser siempre diputado por Guadalajara durante veintimuchos años es de chiste. Pero yo la verdad visto el panorama político actual, hecho de menos a aquellos políticos de finales del XIX y principios del XX.

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