lunes, 17 de agosto de 2015

De lo más natural

        Miré por la ventana para ver qué día hacía. Giré la cabeza describiendo un semicírculo que no llegué a completar porque la vista se me quedó fija en la acera de enfrente.
        Una pareja de latinos, que venía andando con parsimonia, se paró para echar una ojeada a las barquillas que el tendero había dejado pegadas a la pared. Tras un recorrido de los productos, perceptible por el movimiento de cuellos y cabezas, el hombre hizo un gesto de atención, al tiempo que señalaba un saco de patatas con su mano derecha. Sin más indicaciones, la mujer se inclinó hacia él, lo agarró con las dos manos y se lo echó al hombro. Mientras tanto, el varón entró en la tienda, pagó y salió al momento.
        Los dos se encaminaron calle abajo: la mujer, con el saco; el hombre se conformaba con llevar  una bolsa de plástico vacía. Sin prisas, como de paseo, campechanos ambos, familiar donde cabe. Una escena espontánea, llana y sencilla, en absoluto forzada, que parecía responder a una lógica  interna y propia. Ninguno habló. Todo resultó natural. Hasta a mí me lo pareció.
        Se lo contaría a una de mis amigas feministas para que me diera su punto de vista y, claro, su valoración. Según qué me dijera, le plantearía lo mismo a otra amiga ecuatoriana. Pensé incluso en hacer una encuesta informal e indagar con una marroquí, una eslava y una senegalesa. El conocimiento no entiende de límites.
                         
                           Juan Manuel Campo Vidondo
                


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