martes, 19 de agosto de 2014

¿Cuánto cuesta la sanidad gratuita?

        Estos días últimos ando subiendo y bajando a Pamplona por problemas de mis años y costumbres adquiridas y me ha dado por calcular lo que me cuesta, a grandes rasgos.

        La autopista Tafalla-Pamplona me lleva 3,65 euros de ida y otro tanto de vuelta, es decir, 7,30 euros. De Peralta a Tafalla voy por la carretera que no se paga y así evito gastos momentáneos, pese a los baches y parches que terminarán fastidiando los amortiguadores, pero eso no lo meto. Como tengo que hacerme varias pruebas, pago 6 horas de aparcamiento subterráneo, porque en el de superficie no encuentro nunca sitio. Por lo bajo, me soplan otros 10 euros, como si fuera día completo. La gasolina para los 130 kilómetros me sale por otros 10, porque mi coche pesa poco, es pequeñito y no paso de cien. En conjunto, sumo entre 25-30 euros, según los días. No añado lo que no he ganado por no trabajar porque ahora ejerzo de rentista, ni tampoco alguna posible multa por infracción de cualquiera de los múltiples artículos del código de circulación.

        Si me diera por pensar que en un futuro podrían cobrarme por las pruebas, los medicamentos o las tiritas, me entran sudores y tembleques de origen indefinido que reprimo como puedo, ya que, si no me controlo, puedo terminar en el psiquiatra de pago. Bien mirado, quizás fuera mejor alucinar o vivir en semipermanente estado paranoico, si bien la línea que los separa de la realidad normalita es cada vez más delgada, o, al menos, a mí me lo parece.

        Como alternativa al gasto con mi vehículo motorizado, en el autobús gastos 10 euros entre ida y vuelta, no pago aparcamiento ni peaje, pero he de añadir la comida, que no baja en ningún lado de otros 10 euros, porque los autobuses van más espaciados de horario, hay que esperar o correr, y son para las mujeres, los estudiantes y los inmigrantes. Con un bocadillo y una botella de agua podría suprimir el gasto de la comida, pero me lo tengo que pensar. Además, esta posibilidad no es aceptable en caso de que me pongan la hora de la consulta a las ocho de la mañana porque no llego a tiempo con ningún autobús, de manera que debería pensar en un taxi o pernoctar la noche anterior en Pamplona, lo que, cualquiera de las que eligiera, se pondría por un pico impensable. También me he propuesto mirar el horario de trenes, pero estamos en las mismas porque alguien me tendría que sacar y traer de la estación. 

        Visto lo visto, he llegado a la conclusión de que lo mejor es no ponerse malo o vivir en Pamplona, donde, con dos billetes de villavesa y tiempo para gastar, sale mucho más barato, dónde va a parar.

        Menos mal que los de los pueblos somos más sanos, soportamos mejor la contaminación de ruidos y de humos, no tenemos tantas necesidades y todo eso se nota en los ambulatorios y hospitales. No creo que pueda ponerse en cuestión que en los pueblos nos ponemos menos enfermos porque, entre otras cosas, tenemos la costumbre de andar mucho por el campo a dar vuelta por las piezas o el huerto, y los domingos por el monte, aunque sea cuesta arriba. Claro que algunas veces nos caemos o nos tropezamos con algún obstáculo, de lo que resulta que el médico de cabecera debe asegurarse si se trata o no de una rotura y, en consecuencia, te manda a hacer placas de rayos X a Tafalla que, aunque está más cerca, entre ir, esperar, sacar fotos y volver, no te quita nadie de dos horas, o, dicho de otra manera, que la mañana ha volado con el consiguiente descuento en nómina para quien aún la tenga.

        También protestamos menos y, cuando nos decidimos, no nos hacen mucho caso porque somos pocos y, en democracia, cada persona vale igual que otra, o sea, un voto, viva donde viva, sea listo o tonto, guapo o feo, rico o pobre, de derechas o de izquierdas.

        Caso de que alguien de los que mandan leyera esto y decidiese poner algún tipo de remedio o compensación, yo y muchos como yo se lo agradeceríamos, que los tiempos no están para bollos ni para gastos tontos. Nosotros se lo compensaríamos en las fiestas del pueblo.

        No se me escapa que es mucho pedir y, seguramente, discriminatorio, pero cosas más difíciles se han visto explicadas y justificadas y nadie se ha dado por aludido.

          En espera de sus noticias.

        

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